En las últimas
tres décadas han ido apareciendo y evolucionando toda clase de
video-juegos. Todos recordamos la sala de máquinas o recreativos en
la cual todos los niños pasaban horas y horas. Estas salas de
máquinas han sido sustituidas por ordenadores y videoconsolas en sus
casas. Es difícil encontrar a un niño que a pesar de su corta edad
no tenga una Play Station, una Wii o una Nintendo.
Los juegos a los que se juega hoy
en día son el producto de una evolución que se viene dando muy
rápidamente en un espacio de tiempo muy corto. Los tipos de juegos
han cambiado completamente, hace años los juegos eran de destreza,
habilidad y velocidad, mientras que hoy en día han evolucionado
tanto que llegan a convertirse en verdaderos submundos paralelos a la
realidad, de extrema violencia. Esta última idea está muy
interiorizada en la opinión pública debido a una serie de
video-juegos los cuales son a su vez los más exitosos en lo que a
ventas se refiere, siendo en estos juegos en los que el objetivo
principal es destruir o matar, es decir, los juegos violentos.
No podemos caer en el estereotipo
de que solo existen este tipo de video-juegos, ya que el abanico o
mercado ofrecido hoy en día es muy amplio. Dentro de este
estereotipo también podríamos encontrar la idea de que el
video-juego solo sirve para divertirse en el tiempo de ocio. Este
estereotipo no es real ya que existen video-juegos muy interesantes
que pueden servir como instrumento para la educación de nuestros
hijos, alumnos... Debido a la ignorancia respecto a los video-juegos
educativos, se dedica poco tiempo al uso de éstos en la
escuela. Esta idea debería de cambiarse no solo en el profesorado
sino que también en los padres y en las instituciones educativas.
En el periodo de prácticas
realizado este curso, he podido observar cómo en las aulas están
implantándose las TIC. En mi caso, al estar con niños de 8-9 años,
en la hora de informática se utilizaba el juego para afianzar los
contenidos estudiados en el aula. Estos juegos eran de diversos
tipos, como gráficos, sopa de letras, crucigramas, problemas de
magnitudes, relojes, ortografía, preguntas y respuestas... Los niños
participaban en el juego muy entusiasmados y aunque jugaban
individualmente, se ayudaban mutuamente en la comprensión del
método. En mi opinión, estos video-juegos son muy buenos a
utilizar en el proceso de enseñanza-aprendizaje ya que presentan más
ventajas que inconvenientes. El desconocimiento de la sociedad sobre
la existencia de este tipo de juegos hacen que la opinión
pública esté en contra de la incorporación del video-juego en las
aulas, ya que se creen que los video-juegos solo son para utilizar en
tiempo de ocio y no se saca ningún fruto de ello.
La sociedad debe de cambiar esta
postura. Muchos entendidos en el tema sugieren la realización de
video-juegos donde no exista tanta violencia, individualismo y
sexismo, es decir, juegos donde las mujeres también sean
protagonistas y no sea el hombre siempre el personaje principal
dispuesto a salvar el mundo. Juegos donde pueda haber una interacción
entre varios jugadores, evitando así la soledad del niño en su
cuarto aislado.
Estos entendidos lo que pretenden
es producir juegos con los que los niños puedan estar en las aulas,
pero teniendo en cuenta una serie de aspectos. Para empezar, hay que
saber qué tipo de juego queremos que utilicen en el aula, si les va
a servir para aprender algo o si va dirigido a alumnos de una edad
determinada. También tenemos que tener en cuenta la duración del
juego dentro del aula, sin sobrepasar un tiempo que resulte necesario
para otro tipo de aprendizajes. Estos juegos que vayan a implantar
nos dan la posibilidad de que el niño desarrolle una serie de
habilidades como pueden ser:
Saber solucionar
problemas ante situaciones determinadas.
Saber tomar la
decisión adecuada en cada momento.
Saber buscar
información.
Saber
organizarse.
Si se cumplen estas habilidades
mencionadas, el niño podrá llegar a alcanzar el objetivo principal
de implantar el video-juego en el aula: aprender. Así veremos que se
pueden sacar muchas más utilidades de las que nosotros pensamos y
que no tienen un carácter negativo.
Para terminar, en mi opinión, un
niño no tiene que verse influenciado por jugar o no a un video-juego
violento, es decir, puede ser violento sin jugar, o puede no serlo
jugando, ya que gente violenta ha existido incluso cuando no había
video-juegos. Un niño puede ser sexista más que por un video-juego
por lo que ve en su casa o en su entorno. La “adicción” del niño
hacia el juego puede utilizarse de forma muy positiva por sus padres
como recompensa a diversas actitudes y comportamientos del niño en
distintos ámbitos.