De todos es
sabido lo importante que es la lectura en la educación Primaria, pero es
difícil "enganchar" a los alumnos para que se dispongan a ello. Es
por ello que hemos decidido agregar en esta entrada del blog unas pautas para
que os sea más fácil.
La educación
literaria se centra en favorecer experiencias placenteras con la lectura, es
decir, que el alumno disfrute a la hora de estar leyendo un libro y no lo
sienta como un esfuerzo o una obligación. Para ello hay que buscar la manera
para que empiecen a leer y consigamos conducirles a la lectura. Pero ¿cómo
hacer para que el niño comience a leer? Desde que el niño es pequeño hay que
introducir la rutina de leerle cada día un poco, teniendo un espacio para la
lectura, bien puede ser antes de irse a la cama o en algún rato libre.
Dependiendo de la edad existen libros de todo tipo para que el niño disfrute:
cuentos desplegables, cuentos con sonido, cuentos de animales, cuentos donde se
muestran objetos cotidianos, costumbres típicas de países...
Para poder
seguir leyendo más pincha en más información.
En estos
cuentos el niño puede ir aprendiendo los diferentes tipos de animales que hay a
través de los dibujos, o si el cuento tiene la posibilidad de emitir sonidos
puede ir conociendo cuáles son. En otros tipos de cuentos se muestran las
costumbres de otros países a través de dibujos y narración. De esta manera el
niño va aprendiendo a leer a la vez que conoce aspectos de diferentes países.
Con este tipo de cuentos se estimula la afición por la lectura desde una edad
temprana. Cuando el niño ya va siendo mayor, tenemos que buscar lecturas que
sean acordes con sus intereses y gustos, para así incentivar su disfrute por la
lectura. Durante el período lectivo se puede dedicar una hora a la semana
exclusivamente a la lectura, teniendo la posibilidad de intercambiarse sus
libros para poder comentarlos o compartirlos. Asimismo, si el centro dispone de
una biblioteca, sería positivo que ésta pueda ser accesible para los alumnos.
De esta manera, se les facilitaría el camino a la lectura. A su vez, la
posibilidad de ir a la biblioteca conlleva que el alumno desarrolle otras
actitudes tan importantes como las normas de la biblioteca, su
funcionamiento...
Trabajando la
competencia comunicativa y la educación literaria, se pretenden lograr algunas
de las competencias en etapa. Algunas de éstas son la comprensión de discursos
orales y escritos, la expresión escrita y oral de manera adecuada en
situaciones diversas, el uso de los medios de comunicación social y las
tecnologías de la información y la comunicación, el reconocimiento y valoración
de la diversidad lingüística del aula y de la comunidad,...
La competencia
comunicativa se trabaja mediante actos o intercambios comunicativos de habla,
mientras que para reforzar la competencia literaria es necesario que se
produzca un acto personal de la lectura. La formación de esta competencia
literaria supone un largo proceso en el que se van acumulando las lecturas y
referentes. Muchas veces se lee algún texto sin saber qué estamos leyendo, sin
enterarnos de lo que se cuenta y, por eso, a lo largo de nuestra etapa escolar,
se nos ha dicho en repetidas ocasiones que saber leer es comprender lo que se
descifra, pero realmente leer quiere decir comprender, interpretar y valorar el
mensaje en sí mismo. Para comprobar si el alumno sabe leer, es habitual hacer
pruebas de comprensión oral. En ellas, se reparte un texto a los alumnos para
que lo lean detenidamente prestando atención en lo que leen, para que después
respondan a una serie de preguntas para ver si realmente han comprendido,
interpretado y valorado el mensaje del texto. Este tipo de actividad es
conveniente realizarla desde los cursos iniciales de Primaria, graduando poco a
poco el nivel de complejidad de las lecturas, ya que el alumno se va a dar
cuenta de que no solo basta con leer sino que también es necesario entender lo
que dice el texto.
En cuanto a
los niveles de la competencia literaria distinguimos tres tipos. Un primer
nivel inicial en el que el lector distingue los textos literarios pero sin
saber el porqué, ya que lo hace de manera intuitiva en un primer momento. En el
segundo nivel el lector se basa en los conocimientos que posee y solo será
capaz de razonar en aquellos textos que domine. El último nivel, el más
completo, es un resultado de los dos anteriores ya que se combina la intuición
con los conocimientos resultantes de la experiencia literaria. Gracias a esta
experiencia literaria, el lector se comporta de diferentes maneras a la hora de
interpretar un texto por lo que también podemos llegar a distinguir varios
niveles diferentes de lectores. El lector competente es aquel que dispone de
una completa competencia literaria, lingüística y textual, conoce los
diferentes modelos de textos, cuenta con un gran cúmulo de lecturas... El
lector implícito es el que más se aproxima al anterior y es aquel que
interpreta lo que se incluye en el texto. El objetivo final sería conseguir
transformar al alumno para que sea lector y llegue al nivel completo de los
anteriores. Para que el sujeto desarrolle una lectura verdadera en la que
entienda lo que lee, tiene que poner en contacto una serie de actividades, como
la aplicación de estrategias o la construcción del significado. Es lo que se
llama el enfoque de la recepción donde se produce un proceso de interacción
entre las aportaciones del lector y las del texto, es decir, el lector con sus
propios conocimientos y saberes va dando significado a lo que lee y comprenderá
en diferente medida los textos.
Sin embargo,
este acercamiento de los alumnos al texto literario no es una tarea fácil. Si
antes hablábamos de qué hacer para que el niño empiece a leer, ahora
hablaríamos de las diferentes metodologías que debe conocer el profesor para
animarle a la lectura.
A los niños
siempre que se les dice que van a hacer un juego, automáticamente se les cambia
la forma de pensar y ya creen que se lo van a pasar bien por tratarse de algo
que les gusta hacer. Por eso, una manera de animarles a la lectura es decirles
que van a hacer un juego. La motivación y el entusiasmo de ellos crece al saber
que van a jugar, aunque para ello sea necesaria la lectura. De esta manera se
toman la lectura como algo más divertido y llevadero al tratarse de un juego.
Una vez que se les ha dicho que van a jugar, se les explica en qué consiste la
actividad. Por ejemplo, que se tengan que leer un cuento para que luego se lo
tengan que contar a un amigo suyo (se trabajaría la competencia comunicativa y
la competencia literaria). Otra forma sería que tuvieran que leerse una
historia o cuento para que a continuación dibujasen el personaje del que se
habla en dicha historia. Un modo de animarles a la lectura puede ser que tengan
que leerse varios libros, teniendo entre todos ellos algo en común excepto en
uno, y tengan que decir cuál es. Es interesante la originalidad que tiene el
juego puesto que para conseguir esta finalidad es necesario que se produzca una
lectura de varios libros. Otra opción puede ser la de que se les reparta una
historia en la que falte el final y tengan que elegir uno de entre varios, los
cuales los tendrán que leer ellos mismos para poder elegirlo. Las maneras de
conducirles a la lectura a través del juego son varias aunque no todas puedan
resultarles divertidas, un libro en el que podemos elegir entre tres posibles
finales es “Cuentos para jugar” de Gianni Rodari.
El profesor,
por su parte, además de conducirles a la lectura a través del juego, debe tener
en cuenta alguna metodología más. Por ejemplo, no es lo mismo tener que leerse
una historia clásica que leerse una historia más actual. Resulta más complicado
que tengan que leer una historia clásica, pero si existe una mediación por
parte del profesor (que les provoque entusiasmo o les despierte la curiosidad
por las experiencias del pasado, les haga comentarios o explicaciones acerca de
la lectura que van a leer...), ésta puede ser determinante en la aceptación o
rechazo de esos textos. Es decir, no sería lo mismo que el profesor repartiera
unos textos para que los alumnos lean, sin ninguna motivación ni explicación, a
que el profesor antes de repartir estos textos haga una serie de preguntas,
dejando con la incertidumbre a los alumnos y tengan la curiosidad por querer
comenzar con la lectura. En este caso el papel del profesor cobra más
importancia, ya que el alumno tiene que sentirse atraído hacia la lectura y el
profesor es la principal referencia que tienen para ello.
A la hora de
elegir las obras de la literatura infantil y juvenil debemos conocerlas para
poder clasificarlas atendiendo a las edades a las que vayan dirigidas. Los
medios por los que podemos conocer estas obras pueden ser a través de libros,
páginas de internet, revistas... Uno de estos libros en el que las lecturas
están secuenciadas por edades es el titulado “Libros, lectores y mediadores”.
En este libro
aparecen más de 600 libros agrupados por edades y se dividen en cinco
categorías: una primera dirigida a primeros lectores (hasta 6 años), otra a
partir de 7 años, a partir de 9 años, a partir de 12 años y a partir de 14
años.
Las revistas
son otro medio por el cual se pueden seleccionar lecturas. Una de ellas es CLIJ
(Cuadernos de Literatura Infantil y Juvenil).
En cuanto a
los libros, conviene resaltar algunos aspectos importantes que se repiten en muchas
obras infantiles y juveniles. Por ejemplo, algunos patrones de conducta de los
personajes, ya que suele ser muy general que al perfil masculino se le atribuya
el poder y el mal, mientras que al perfil femenino se le atribuya el papel de
madre y ama de casa. Otros valores que se transmiten a través de los cuentos
son el poder del status social, la sinceridad, la humildad, la malicia, la
codicia...
También son
varias las historias en las que los reyes no pueden tener hijos o vende el alma
al diablo, es decir, generación tras generación se repiten las mismas conductas
en varios cuentos. En otros, en cambio, se utilizan las imágenes de los
animales para atribuirles acciones que realizan las personas en su vida diaria
y de esta manera el niño se da cuenta de las cosas que realizan las personas.
Un cuento de este tipo es el titulado “Inés del revés”, en él se
muestran las acciones rutinarias que realiza una persona pero en este caso es
un animal quien las realiza. El personaje realiza conscientemente las acciones
de una manera que no es la habitual. Es lo que se denomina el pacto poético. Me
parecen libros adecuados para mostrar al niño la rutina de cada día mediante la
utilización de los animales como personajes.
Un libro que
nos puede ayudar a valorar las historias infantiles gracias a las aportaciones
que se utilizan (imágenes, personajes, narrador, historia...) puede ser “Siete
llaves para valorar las historias infantiles”. Las imágenes son una manera
de acercamiento hacia la lectura por parte de los niños, puesto que son el
primer punto de contacto que tienen. Un libro con imágenes facilita y
complementa la lectura en las primeras obras. Los personajes, mediante la
parodia y el humor, consiguen que la historia sea más llevadera y mantenga la
incertidumbre por continuar la lectura. El narrador, por su parte, tiene la
posibilidad de detallarnos o describirnos desde su punto de vista los
personajes o cederles el turno para el diálogo. El inicio de la historia es un
aspecto imprescindible para que el lector continúe leyendo. Desde un primer
momento tiene que atraer al lector. Algunos de los libros que se pueden
encontrar en los medios anteriormente comentados (libros, revistas,
internet...) constituyen las obras más representativas, más conocidas y más
relevantes y es por ello que aparecen en los documentos curriculares.
En el libro “1001
libros que hay que leer antes de morir” aparecen los referentes de
Occidente. De esta larga lista cabe mencionar algunos de ellos: Lazarillo de
Tormes, Don Quijote de la Mancha, Robinson Crusoe, Las aventuras de Sherlock
Holmes, Las mil y una noches o Metamorfosis entre otros.
Las obras para
leer en clase, como hemos podido observar en nuestras prácticas, es el propio
docente o equipo de profesores quienes, de acuerdo con el currículum, hacen la
selección de los libros, aunque también está la posibilidad de que cada niño
traiga un libro de casa y posteriormente se irán intercambiando. En los
primeros años escolares, dependiendo cuáles sean las obras infantiles y
juveniles seleccionadas, la formación literaria del alumno será de una manera u
otra y ayudará para que sea un lector competente.
Por último, el
texto literario se considera necesario en la sociedad de los medios de
comunicación de masas, es decir, de los llamados mass media. Un alumno
acostumbrado a leer tiene la capacidad subjetiva de valorar, criticar e
interpretar lo que acumula en sus lecturas, teniendo la posibilidad de crear
sus propios pensamientos. Por ejemplo, un mismo libro leído por dos personas
diferentes conlleva una valoración distinta ya que cada uno puede crear sus
propias interpretaciones. En cambio, todo aquello que se recibe de los medios
de comunicación viene dado de una manera que no se puede variar, es tal y como
se cuenta y todos lo recibimos igual.
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